jueves, 15 de enero de 2009

El barco que se hundía

Erase una vez una barco que se hundía. Las grietas que aparecían en el casco hacían entrar el agua continuamente. Los marineros estaban preocupados pero no conseguian evitar que el barco se hundiera. Algunos achicaban agua con botellas, otros con barreños y un marinero en solitario lo hacia con cubos. Este era el que hacía la tarea más cansada, pero no podía dejar de hacerlo porque sino el barco se hundiría muy rápidamente. La marinera que usaba las botellas se daba cuenta de todo pero no podía reaccionar y se ponía cada vez más nerviosa. Nuevas grietas seguían apareciendo y las viejas no se reparaban. Un día se detuvieron y decidieron hacer grietas voluntariamente en el caso del barco, sintiendo que de este modo también voluntariamente serían capaces de evitarlas o de repararlas. Así fué, y desde aquel día los marineros consiguieron sacar más agua de la que entraba, hasta que el barco empezó a dejar de hundirse y empezó a navegar de nuevo con timón seguro.

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